Impulsado por el progreso tecnológico, la esperanza de vida
humana ha aumentado considerablemente desde el siglo XIX. Evidencia demográfica
ha revelado una reducción continua de la mortalidad por vejez y un aumento de
la edad máxima en la muerte de las personas, y que se puede extender
gradualmente la longevidad humana. Junto con las observaciones que la esperanza
de vida en diversas especies animales es flexible y se puede aumentar mediante
la intervención genética o farmacéutica, estos resultados han llevado a sugerir
que la longevidad no puede estar sujeto a reglas estrictas de las limitaciones
genéticas propias de cada especie. Mediante el análisis de los datos
demográficos globales se demuestra que la posibilidad de sobrepasar la media de
los 100 años es muy complicada y que la edad de la persona más vieja del mundo
no ha aumentado desde la década de 1990. Los resultados de la investigación sugieren
fuertemente que la esperanza de vida máxima de los seres humanos es fijo y
sujeto a las limitaciones naturales.
Jan Vijg, uno de los autores de la investigación, destaca
que la intervención genética y los avances en la medicina "aumentarán la
esperanza de vida media, pero no su duración máxima", con lo cual
considera que tal vez sería más lógico prolongar la salud de las personas para
que se encuentren en buenas condiciones hasta que se mueran.
Un grupo de investigadores de la Escuela de Medicina Albert
Einstein, que pertenece a la Universidad Yeshiva (Nueva York, Estados Unidos),
ha determinado la edad máxima a la que podría llegar el ser humano, según un
estudio que ha publicado en la revista científica 'Nature'.
Tras examinar los datos demográficos de los últimos 100 años
en 40 países, estos especialistas aseguran que, a pesar del progreso
tecnológico —que "ha aumentado de manera considerable la expectativa de
vida a partir del siglo XIX"—, la edad máxima media ronda los 100 años
porque se trata de "una limitación natural" y, a partir de entonces,
los mecanismos de supervivencia disminuyen.
Para alcanzar esa conclusión, estos científicos han tenido
en cuenta que la longevidad humana se puede prolongar de manera gradual, pero
recuerdan que ese progreso no durará eternamente y subrayan que, desde la
década de los 90, la edad récord no ha aumentado y ronda los 120 años.
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